sábado, 27 de marzo de 2010

Gandia, suspenso en Contaminación Lumínica

Es la menos conocida, casi la hermana pobre de las contaminaciones, pero no por ello la menos importante. Hablamos de esa luz artificial que ilumina nuestras calles, plazas de nuestras ciudades y pueblos. Si, esa, que nunca paramos en darnos cuenta, pero que sin ella, tendríamos serios problemas para caminar y conducir por nuestras calles. La contaminación lumínica, en adelante (CL) es doblemente importante a evitar por dos motivos: una es evidente, ahorraríamos energía que derrochamos y otra, evitaríamos las modificaciones de los hábitos de los animales nocturnos y que cada vez, huyen/desaparecen de nuestros pueblos y ciudades. También otro factor pero no menos baladí, es la contemplación del espacio, (astrónomos, científicos) que han de adentrarse cada año tierra adentro o alejarse de las ciudades para no verse perturbado por la molesta contaminación lumínica.

La CL, puede definirse como la emisión de flujo luminoso de fuentes artificiales nocturnas en intensidades, direcciones, rangos espectrales u horarios innecesarios para la realización de las actividades previstas en la zona en la que se instalan las luces. Un ineficiente y mal diseñado alumbrado exterior, la utilización de proyectores y cañones láser, la inexistente regulación del horario de apagado de iluminaciones publicitarias, monumentales u ornamentales, etc., generan este problema cada vez más extendido.

La CL tiene como manifestación más evidente el aumento del brillo del cielo nocturno, por reflexión y difusión de la luz artificial en los gases y en las partículas del aire, de forma que se altera su calidad y condiciones naturales hasta el punto de hacer desaparecer estrellas y demás objetos celestes. Es indudable que el alumbrado exterior es un logro que hace posible desarrollar múltiples actividades en la noche, pero es imprescindible iluminar de forma adecuada, evitando la emisión de luz directa a la atmósfera y empleando la cantidad de luz estrictamente necesaria allí donde necesitamos ver. Toda luz enviada lateralmente, hacia arriba o hacia los espacios en donde no es necesaria no proporciona seguridad ni visibilidad y es un despilfarro de energía y dinero.


Gandia no podía ser menos en este área. Bastantes barrios, donde ha habido una mejora urbana o remodelación de sus calles se han visto no obstante afectados por esta contaminación; por citar algunos, la prolongación del paseo Germanías de Candía, dirección Barx, o los barrios de Roig de Corella y Benirredrá infestado de farolas sin control alguno, o la primera línea de la playa, son algunos ejemplos. Y es evidente, porque no se quien tiene interés en plantar farolas a diestro y siniestro, como si de plagas sabiendo que hay excedente de luz y un derroche de energía eléctrica, cuanto menos denunciable, y mas en estas épocas donde las arcas del ayuntamiento no es precisamente boyante.

Estos prejuicios no se limitan al lugar donde se producen la contaminación, sino que la luz emitida al espacio, se transporta y es visible a cientos kilómetros de distancia.

Lo peor de todo esto, es que todavía no hay suficiencia conciencia social, para reclamar a las autoridades y ayuntamientos que cambien estas actuaciones. Gandia sigue suspendiendo en esta asignatura, y por lo visto, el gobierno de Orengo no tiene mucho interés en aprobarla. La CL, incrementa el gasto energético y económico, la intrusión lumínica, la seguridad vial, el tráfico marítimo-aéreo y el daño a los ecosistemas nocturnos. Las medidas para conseguir disminuir estos efectos serian impedir que la luz se emita por encima de la horizontal y dirigirla sólo allí donde es necesaria. Emplear de forma generalizada luminarias apantalladas cuyo flujo luminoso se dirija únicamente hacia abajo; utilizar lámparas de espectro poco contaminante y gran eficiencia energética, preferentemente de vapor de sodio a baja presión (VSBP) o de vapor de sodio a alta presión (VSAP), con una potencia adecuada al uso; iluminar exclusivamente aquellas áreas que lo necesiten, de arriba hacia abajo y sin dejar que la luz escape fuera de estas zonas; ajustar los niveles de iluminación en el suelo a los recomendados por organismos como el Instituto Astrofísico de Canarias o la Comisión Internacional de Iluminación; regular el apagado de iluminaciones ornamentales, monumentales y publicitarias; prohibir los cañones de luz o láser y cualquier proyector que envíe la luz hacia el cielo y reducir el consumo en horas de menor actividad, mediante el empleo de reductores de flujo en la red pública o el apagado selectivo de luminarias. Apagar totalmente las luminarias que no sean necesarias.

Aquí podemos ver un mapa representativo de las zonas de España donde la contaminación lumínica existe y donde puede existir en un futuro cercano sino se toman las medidas necesarias para remediarlo.

En el mapa, el gris más oscuro representa las áreas que tienen cielos aun puros en el cénit, pero contaminados hacia el horizonte en alguna dirección y, por tanto, tienen un claro riesgo de dejar de ser puros pronto.

Los tonos restantes implican cielos contaminados, cada tono tres veces más brillante que el anterior. El blanco representa cualquier cielo que supere en más de 27 veces la luminosidad natural que tiene el cielo nocturno. En concreto:

Azul. Algo de brillo artificial por toda la bóveda celeste.

Verde. El brillo artificial equivale al natural. La luminosidad que proporciona la aparición de la Luna en cuarto creciente.

Naranja. Como tener Luna llena todo el año. La Vía Láctea es prácticamente invisible.

Rojo. Imposible ver la Vía Láctea. El número de estrellas visibles en buenas condiciones atmosféricas se reduce a un centenar. Se empieza a alcanzar el umbral de adaptación del ojo a la visión nocturna.

Blanco. El ojo no puede adaptarse a la visión nocturna. Sólo son visibles unas pocas estrellas muy brillantes y los planetas.

Gandia estaría en este caso en el tono Naranja, es decir en un grado intermedio alto de CL. Es preciso una actuación rápida para disminuir el alumbrado publico innecesario, y la sociedad gandiense ha de concienciarse para reclamar al consistorio gandiense, una clara apuesta por disminuir estos efectos.

Hugo E. Hernández

Secretario de Área de Desarrollo Económico