miércoles, 15 de abril de 2009

Phil Spector, de genio a criminal


Fue clave en el éxito de los Beatles y Los Ramones. Ahora, sus excesos y una pistola del calibre 38 le llevarán a prisión.

larazon.es | Alberto Bravo
Fue un genio, pero la historia le juzga como a un criminal. A sus 69 años, Phil Spector se enfrenta a una condena de 18 años de prisión por el asesinato de la desgraciada Lana Clarkson, una actriz de serie B que perdió la vida en la mansión del lunático productor durante una desconcertante velada celebrada en 2003. Un jurado de Los Ángeles dictó el acusador veredicto, que seguramente se hará público el 29 de mayo. Es un desenlace desagradable para una biografía marcada por el genio, la tiranía y las excentricidades. Ya se sabe: una vida extraña también suele tener un epílogo extraño. Spector comenzó su carrera musical como guitarrista y compositor del grupo The Teddy Bears, que en 1958 obtuvo un gran éxito con la canción «To know him is to love him» (Conocerle es amarle). Spector tomó el título del epitafio de su padre, muerto por suicidio en 1949, uno más de los muchos sucesos extraordinarios que han rodeado su existencia.
A mediados de los 60 produjo dos sencillos memorables: «You’ve Lost that Lovin’ Feelin», de los Righteous Brothers, y «River Deep, Mountain High», de Ike y Tina Turner. Acuñó el famoso término «muro de sonido», referente a las múltiples pistas con las que llenaba cada tema, piezas de arte con orquestaciones sublimes, percusiones ilimitadas, teclados ampulosos… Luego llegaría su controvertida participación en el «Let it be», de los Beatles, y otros grandes trabajos junto a George Harrison, John Lennon o Leonard Cohen. Éste último vivió una pesadilla durante la grabación del maravilloso «Death of a Ladies’ Man», de 1977, y su voz temblaba al ver a Spector sentado en la sala de control con un pistolón sobre las regletas. En 1980 regresó a la mesa de producción para ponerse al frente de un proyecto que se anunciaba disparatado, pero que se convirtió en una cumbre. Produjo «End of the century», de Los Ramones, quienes también tuvieron el «placer» de compartir interminables horas de grabación junto al obsesivo productor.
Después de eso, Spector desapareció de la luz pública y los rumores adquirieron el envoltorio de historias para no dormir. La edición de la imprescindible caja «Back to mono», en 1991, contribuyó a consolidar su figura artística.
Suicidio no probado
Pero para entonces Spector era una vieja pieza de museo. Abandonaba su mansión muy de vez en cuando, quizá para recoger algún premio que recordaba su primitiva contribución a la música contemporánea, tan decisiva. Su aspecto era inquietante, siempre vestido con oropeles de otros tiempos. Y luego llegó el extraño caso de la muerte de Lara Clarkson, que, sin duda, tendrá película, antes o después. Los abogados de la defensa echaron porquería encima de la difunta, alegando suicidio por depresión. No les creyeron. Y así se escribe un nuevo capítulo de la increíble vida de Phil Spector.


La muerte de una camarera
No le dieron margen. Todos le consideraron culpable desde que se descubrió el cuerpo de de Lana Clarkson con la boca destrozada por un disparo y un revolver Cobre del calibre 38 a sus pies. Ocurrió en el vestíbulo de la mansión de Spector, después de conocerla en el club House of Blues de Sunset Strip, donde Lana trabajaba de camarera.